Londres, 3 nov (EFE).- Los instrumentos que pintó El Bosco (1450-1516) en su cuadro más famoso, El Jardín de las Delicias, colgado en el Museo del Prado de Madrid, generan una cacofonía insufrible.
A esa conclusión han llegado los expertos de la colección Bate de Instrumentos Musicales, de la Universidad de Oxford, que recrearon pacientemente algunos de esos instrumentos con la esperanza de que arrojaran alguna luz sobre la música de entonces.
Sin embargo, según Andy Lamb, director de esa colección, el sonido que sale de esos instrumentos resulta difícil de soportar para el oído humano.
"Traté de sacar algunas notas más o menos armoniosas de los instrumentos de viento, pero es horrible lo que sale de ahí", dijo Lamb, en declaraciones al diario The Times.
Según Lamb, la cacofonía resultante parece corresponder a los horrores que se describen en el cuadro, que entre otros motivos incluye imágenes de pecadores devorados por las ratas y monstruos con cabeza de pájaro.
Dos de los instrumentos representados en el cuadro -una flauta y un tambor- producen un sonido razonable, pero los ocho restantes resultan imposibles de reproducir o generan un sonido insoportable.
La trompeta, por ejemplo, no tiene una serie natural de armónicos y está tan retorcida que no se puede tocar mientras que las cuerdas del arpa tienen una longitud y un peso tales que resulta imposible una octava.
En cuanto a la zanfona, instrumento en el que las cuerdas vibran por la fricción de una rueda situada en la caja de resonancia del instrumento y que gira gracias a un manubrio, parece estar mal diseñada.
"Cuando uno da vueltas al manubrio, el instrumento emite una especie de zumbido, pero es imposible sacar melodía alguna. Sería además difícil de sostener porque las cuerdas están en una posición equivocada y además sobra una cuerda", explicó Lamb al periódico.
En las gaitas no parece que tenga sentido la distancia que deja el artista flamenco entre los agujeros para los dedos y el laúd, tal y como lo pintó, es imposible de afinar.
Reproducir los instrumentos llevó meses, pese a lo cual el director de la colección de instrumentos musicales de Oxford dijo creer que el esfuerzo valió la pena.
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